La leyenda de Cantuña
- Juanjo Herrera
- 12 feb 2024
- 1 Min. de lectura
Hace mucho tiempo, en la mistica ciudad de Quito, vivía un indígena llamado Cantuña. Los padres franciscanos le encargaron una tarea monumental: construir la majestuosa Iglesia de San Francisco en apenas seis meses. Cantuña aceptó el desafío, sabiendo que su recompensa sería una generosa suma de dinero. A pesar de la dificultad de la tarea, Cantuña se dedicó con fervor a la construcción, reuniendo a un equipo de indígenas para ayudarlo. Sin embargo, el tiempo pasaba y la iglesia no avanzaba como él esperaba.
En medio de su angustia, Cantuña fue abordado por el mismo diablo en persona. Él le ofreció su ayuda para completar el atrio de la iglesia antes del amanecer, a cambio de su alma.
Con el corazón lleno de desesperación, Cantuña aceptó el trato, con la condición de que Lucifer terminara la construcción rápidamente y que cada piedra fuera colocada.
La obra avanzó a un ritmo frenético, pero Cantuña comenzó a preocuparse cuando vio a los diablillos trabajar a una velocidad sobrenatural. Finalmente, la iglesia se completó antes de la medianoche, y llegó el momento de que Lucifer reclamara su precio: el alma de Cantuña.
Sin embargo, Cantuña no estaba dispuesto a entregarse sin luchar. Con una voz temblorosa, señaló que el trato no se había cumplido por completo. Cantuña había escondido una piedra clave de la construcción, burlando así al diablo. Lucifer, sorprendido por la astucia de Cantuña, se retiró sin llevarse su "paga", dejando al indígena con su alma intacta y una lección aprendida: la astucia puede vencer incluso al mismísimo diablo. 👹
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